Esto no es un comentario sobre Unidos Podemos.
La Deutsche Mannschaft, cero bromas.
Muller es un delantero moderno. Un jugador sin cualidades específicas y un atacante sin goles, ni asistencias. Sublime desde sus carencias, no cubriéndolas, cuantos jugadores hacen carrera cubriendo sus carencias, Xabi Alonso o Totti, vaya. Mostrando sus carencias. Pierde una final de Champions contra Drogba y dice en un marcado acento bayern que chi se ne frega, el futbol es solo futbol y no es lo más importante, hay cosas más importantes en la vida. Jodeté. Bueno pues este muchacho lo ha ganado todo y lidera lo que es el cambio de paradigma del balompié alemán. Es el peor jugador en el campo, y hace realidad eso de que la fuerza de un colectivo es la fuerza de su elemento más débil. Es un equipo basado en el derroche, producción incesante, variabilidad y profundidad de banquillo, con un talento emergente abrumador, especialistas por doquier. Y que portero, pero vaya esto es el futbol también. Todo bien. Lo que pasa es que no puedo dejar de acordarme de Ballack, ese defecador. Perdedor, siempre segundo. Un tipo intratable, quizás el futbolista más completo de su generación. Tres cabezas por encima del siguiente, el segundo a bordo es ya satélite y hay un once tipo, básico, Michael y los diez que menos sufren a su lado, ojo, con el helicóptero de Klose incluido, y Podolski, bluff. El mejor, baricentro, medio centro. En Inglaterra dicen box to box, el todocampista. El Schumacher del Bayer Leverkusen del día de Zidane, del Bayern pre Robben, del último Chelsea de Mourinho, una caricatura con Shevchenko semi retirado. Siempre segundo, o peor. La pregunta, si hay pregunta, si hay problema o no lo hay, que poco importa, es sobre el liderazgo. El consumo de oxígeno.